
No cabe duda que la historia personal de Isabel II, está marcada desde su nacimiento por dos hechos inusuales, uno el ser mujer y otro por una asombrosa precocidad.
Fue reina a los tres años, mayoría de edad a los trece años forzada por la situación política, un matrimonio obligado e inadecuado a los dieciséis, una separación apenas transcurridos unos meses y, por último, su destronamiento a los treinta y ocho años,
Pasó de gozar de una gran popularidad y cariño entre su pueblo, enseña a los liberales frente al absolutismo y una especie de símbolo de la libertad y progreso.
A ser condenada y repudiada como la representación misma de la frivolidad, la lujuria y la crueldad la consideran la deshonra de España.
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