
La minoría de edad de Isabel II estuvo ocupada por una doble regencia: la que ostentó su madre María Cristina, reina gobernadora hasta 1840, y la del general Baldomero Espartero hasta 1843.
La regencia de María Cristina estuvo marcada por la guerra carlista que la obligó a buscar el apoyo de los liberales moderados frente al pretendiente del trono Carlos Mª de Isidro.
La primera consecuencia de esa transacción fue la concesión del Estatuto Real (1834), en la que
En el contexto de la guerra civil, el triunfo del liberalismo se produjo en 1836 tras el golpe de Estado de los sargentos de
El proceso desamortizador comportó la supresión de órdenes religiosas, la nacionalización de sus bienes y su venta en pública subasta.
La Constitución afirmaba el principio de soberanía nacional y la práctica parlamentaria basada en el sufragio censitario y un sistema bicameral: Congreso de los Diputados y Senado.
Con ambas reformas, se dió un decisivo impulso hacia el desarrollo capitalista y el liberalismo político, ampliándose la base burguesa del régimen.
La hostilidad de la regente hacia los liberales progresistas y su preferencia por los moderados dieron lugar a un creciente malestar social que conllevó al pronunciamiento de 1840.
María Cristina se vio forzada a renunciar a la regencia y se exilió a Francia, dejando abandonadas a sus hijas bajo la tutela de Argüelles y de la condesa de Espoz y Mina.
Espartero, asumió entonces la regencia. Durante su mandato, se consolidan las dos corrientes: el Partido Moderado (conservador) y el Partido Progresista (liberal avanzado).
Los desaciertos del regente, originaron su caída en 1843 y la proclamación anticipada de la mayoría de edad de Isabel cuando acababa de cumplir trece años.
En estos primeros años, dos aspectos fundamentales marcaron la vida de la reina, condicionando su personalidad y trayectoria posterior:
1.- Falta de un ambiente familiar y de afectividad materna.
2.- Ausencia de una instrucción adecuada y de preparación política para una persona destinada a tan alto fin.
Si a esa precariedad en su formación unimos lo prematuro de su mayoría de edad, podremos explicarnos fácilmente la manipulación interesada y partidista a la que fue sometida
Como la misma Isabel reconocía en una de las conversaciones que mantuvo: «¿Qué había de hacer yo, reina a los catorce años, sin ningún freno a mi voluntad, con todo el dinero a mano para mis antojos y para darme el gusto de favorecer a los necesitados, no viendo al lado mío más que personas que se doblaban como cañas, ni oyendo más que voces de adulación que me aturdían ¿Qué había de hacer yo?... Póngase en mi caso...
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